lunes, 8 de junio de 2009

99. Do I Deserve This Kind Of Fate?


4 15 9 4 5 19 5 18 22 5
20 8 9 19 11 9 14 4 15 6 6 1 20 5 ?


Relatos e historias de amores vagos, de distancias crueles, de diferencias impertinentes.
Diversas fuentes, confiables, no confiables, sensatas y no sensatas. Oscuridad por todas partes y fríos azulejos marfilados.
Pensamientos profanados por el volumen exacto del aire, dispersos como galaxias, iguales como átomos. Sentimientos rebotando cual
eco diáfano, presentes en todo momento, recordando el pasado adyacente que alguna vez se fue completamente, siguiendo la luz que va desde un extremo al otro, el límite: el infinito.

Difíciles batallas sin sueño alguno, metas ambiguas. Déjame irme lejos, quiero experimentar diversos sentimientos por otras
personas... pero recuerda que yo voy a estar ahí contigo voy a estar, siempre contigo.
Sabemos que eres muy bueno para mi, no te merezco, no he hecho algo tan bueno cómo para que el destino me recompense así.

Eres todo lo que nunca pedí. Eres eso que me hace feliz,
terriblemente feliz.

Ciudades frías abandonadas, perspectivas altas pero manchadas, perdiciones abruptas en el ojo ajeno, colonias de sangre oculta en cada estructura gélida, intentando sanar el ambiente de locura vespertina, a altas horas de la madrugada. ¿Es que nadie me escucha desde esta cumbre?
Melodías amargas que vienen desde el centro de la tierra, pidiendo piedad en cada nota. Destinos diferentes, puntos diferentes, posible cruce de pieles, estallando en un suspiro hondo desde el alma turbia.

Psicodélicas visiones al futuro, ahogadas en colores petrificados del temor que causa las escabrosas imágenes, cálidas, congeladas, ardiendo en un
par de llamas claras.
El que yo piense fundamentadamente, no quiere decir que dejo tus argumentos de lado, esporádicamente los escucho y a veces los tomo en cuent
a, me quieres y te gusta verme mejor, enorgullecerte de mi, orgulleciéndote de ti mismo.

Llenaste el hueco que había dentro de mi, borrando los pesares pasados, empapándolos en sonrisas y haciéndolos un buen recuerdo.

¿Egoísmo o empatía? En un jarrón tengo todo lo que tú tenías, me lo diste, lo hurté, cierto no es, no lo sé. Una nieve roja intocable da vueltas, inocencias muertas.
Victorias alzadas en el horizonte puedo imaginar vislumbrar, alteradas y temb lorosas por el daño que pueda causar. ¿Quién sabrá más?¿El que tiene más o el que cedió todo? Ceder... ¿Cedió para bien o cedió para mal? Si él sabe más, no púdole convenir. Rojas posesiones, todas mías, no quiero darte ninguna, me sentiría vacía. Llámame egoísta, dime que soy lo peor, pero sabes que al final de todo, ésto es de los dos.

Te agradezco todo lo que me has dado, y lo que te falta por darme también. Puede no ser hoy el momento, puede que mañana lo sea, estaremos juntos, admirando la luna en medio de toda esa oscuridad, santas veladas de locura.

Divisiones del horizonte, flores rojas y cántaros oscuros, verdes vidas y agua de miel, todo está bien.

En un momento de agonía, entraste para darle esperanza a mi vida.


Deslaves de tierra firme, osadía en cada pisada hueca que lleva al océano, a la profundidad dónde tus almas emergerán intactas, después de una eternidad in
sensible. Empezaste a desvanecerte poco a poco, de la superficie hasta el profundo sentimiento ajeno, llegaste a mi cómo resbaladilla empinada, directamente h ondo, en el mar de mis emociones difusas, que aclaraste con tu sola presencia. Índole, vida hay de por medio, verde vida, que no mataste, sólo esquivaste.

Cielos prendidos en colores de armonía, silencio y paz. Paraíso degradado, pero siempre tan tuyo que sigue emergiendo vida, pese lo que pese la restauración.
Bellas diamantinas danzantes por el Edén, impregnando todo de caricias, som
brías aventuras antes, después inocentes velos transparentes.
Orquestas primaverales,
veraniegas sensaciones,
otoñales redenciones,
y de invierno multitudes.

Cada respiro que doy me lleva más cerca ...más cerca para siempre, de ti.


Inercia, teniendo siempre un lugar seguro dónde caer, dónde la vida no sólo es negra o blanca, dónde las combinaciones pueden existir.
Colores fabulosos, llenos de ti y de mi, desenfrenos amorosos, huracanes con tu voz. Movimientos vertiginosos, gravedad incierta, tiempo recorrido y largas sospechas. ¿Dudar? ¡Jamás! ¡Sé que estoy cayendo y sé que estás conmigo! Y en un pestañeo, burlas de mi mente puedo escuchar, preguntas insanas me retumban, pero, insisto, soy tuya y tú mío, nada puede salir mal.

Almas desde arriba, yendo en picada, algunas juntas, otras apartadas. No saben en quién confiar, no saben lo traicioneras que pueden ser, en cada ficha, se ven reflejadas, triste pero cierto, cada quién es cómo es.
Abrazos y besos que nunca acaban. Te lo prometo.

,
extremos
lingüísticos

menudos
están
jugueteando
otra
rápida

esencia
remota.
Escudriñando
susceptibilidad

tal y
única

.
.
.


Y todo debe seguir estando así, contigo.

lunes, 1 de junio de 2009

98. Crawling In Our Skin

Para empezar, éste texto lo empecé en una clase libre, o una clase dónde estaba el maestro/a en frente y nadie le prestaba atención.
Fue raro hacerlo, puesto que comencé con el desarrollo, luego me dije que sería perfecto para una historia corta e hice el principio.
No terminó siendo cómo ya había imaginado, y eso me resulta perfecto. Aunque no tan larga cómo quería, aquí está, llena de imágenes geniales:



Crawling In Our Skin



Empecé a leer más que para mi misma, para los espíritus que me puedan acompañar, en voz sumamente alta con cierto miedo:
"... No sé cómo es que estoy aquí, sólo sé que estoy solo..."
Salté un par de líneas y me volví, pensativa, hacia atrás para confirmar que sus ojos fluorescentes no me estuvieran viendo de arriba a abajo, imaginando a la soga de la derecha ahorcándome a un ritmo sublime, digno de la más violenta melodía, con rabia e ira, a golpes y navajazos, gritos ahogados y otras clases de tortura:
"... Los padres que me otorgó el ser supremo que nos vigila desde un punto desconocido, hipotéticamente y siempre el cielo popular, no me han dado el calor que necesita alguien para no sentirse muerto. ¿Es qué Dios no me quiere?" Cuando me di cuenta de las escabrosas palabras que había mencionado recién, sentí sus dedos pasarse desde la nuca por la espina dorsal, ligeramente, húmedos y fríos.
Sus movimientos siempre eran vertiginosos y ligeros, un poco amedentrados y bruscos, algo de todo. Su voz me sacudió lentamente, al mismo tiempo en que quedaba deleitada con el aroma de su aliento.
-Leeme más, querida, me encanta escucharte y oír las insulsas palabras de mi agravio final- me dijo mientras con sus delgados dedos me enervaba de una forma inhumana.
No quise responder si quiera a su petición que se podría interpretar de muchas maneras. me puse a hojear el pesado libro lleno de escrituras que apenas comprendía, letras con un brío ausente y pasional, indescriptible. Con un cierta curiosidad, pasé a la última hoja, de nuevo desde hace mucho tiempo, de la cuál sólo divisé un par de manchas en color negro, quizá tinta, vi más que las veces anteriores, pero me detuvo.
-Así no, quiero oírte recitar todo lo que he escrito, o un resumen, la mayoría, si lo prefieres llamar así, pero no comiences por el final...-contuve un suspiro- no te me pongas así, linda-dijo notando obviamente mi reacción en la cuál mis ojos revoloteaban por toda la oscura habitación, apenas iluminada por una bombilla en el centro, llena de telarañas opacando el cuadro dramático-sabes que quiero lo mejor para ti...

Y con eso último dio una zancada hacia atrás, no sin antes pasear su lengua por mi mejilla que se entumió al instante del contacto.
Sabía perfectamente que debía leerle más.
"Las armas me tientan, los objetos punzocortantes aclaman mi nombre, y cuando los tomo y comienzo a cortar en diversos lugares de mi piel, me exigen una profundidad mayor"
No pude evitar tragar saliva ruidosamente, voltear hacia atrás y notar que sus hipnóticos ojos estaban completamente desorbitados.
En esa habitación oscura, por primera vez temí de verdad.
Di un paso hacia adelante, intentando alejarme lo más posible de él, lo que era posible en el lugar que había pasado desde que recuerdo, de unos cinco metros por cinco.
Fue en vano, pues me haló del brazo, mucho más fuerte de las veces que recuerdo, y volví a estar en el rincón más alejado de la puerta de metal que me invitaba a abrir con toda enjundia y gritar lo más fuerte que me permitieran mis cansados pulmones, mi cansada voz de tanto leer... pedir ayuda, escapar de mi vida, porque él era completamente mi vida.

No conocí a mi madre, y dudo que él fuera el que me concibió, pero lo que puedo afirmar es que, día con día me está criando.
Se leer gracias a su pesado libro color café oscuro, me hace leerle y explicarle qué es lo que pienso.
Siempre lo he llamado amo, aunque él me lo prohibe, no puede prohibir que lo piense.
-¿Me amas?- preguntóme él, con sus ojos aún idos- ¿Me necesitas aún?- Y se le quebró el hilillo de voz con el que me interrogaba.
"¿...Quién puede querer a un engendro como yo, siendo tan diferente e invisible, a la vez de ser nocivo para cualquier mortal? Ya no puedo cuestionarle a Dios su afecto hacia mí, ya que sé que Dios no existe, o al menos no es justo" recité de una página continua a la que leía en voz baja antes de que me sacudiera por los hombros demandando desesperado una respuesta monosilábica.
-Gracias, yo a ti igual- dijo tranquilamente con una sonrisa blanca en la boca.

...orbil led lanif la ,dadinrete atsé ed aíd núgla ,éragell Y