jueves, 26 de agosto de 2010

158. Ángel de la Guarda de Apariencia Senil.

Ángel de la Guarda
de Apariencia Senil

Sonó la alarma. 7:00 a.m.
Daisy un poco malhumorada abrió el celular con el botón destinado para ello.
Entreabrió los ojos y vió mucha luz, más luz de la que se filtra por sus cortinas amarillentas.
Procedió a estirarse, como siempre... y sintió una brisa helada, desde el sur de su cuerpo. Más aire del que conseguía pasar por el mosquitero...
Se levantó de sobresalto y se dio cuenta de que su espalda gritaba de dolor.
Inmediatamente perdió el equilibrio y cayó haciendo que su vestido amarillo con flores se le subiera hasta el inicio del muslo, casi hasta la entrepierna, y que un tacón rojo volara por los aires. Aterrizó apenas un metro a la izquierda de la chica.
Sentado en la banca estaba un señor, de unos setenta y pocos años, observándola fíjamente. Llevaba puesto un conjunto deportivo azul con gris. Chamarra y pants. Unos tenis cómodos y lentes gruesos. Su cabello era muy canoso y sus ojos eran casi igual de claros que su desteñido y muy pobre bigote.
-¿Dónde estoy?- le preguntó Daisy antes de pensar en cualquier cosa, mientras alcanzaba su zapato color carmesí a gatas y se bajaba el vestido.
-En un parque... ¿sabes dónde está tu casa?- preguntó el viejo.
Daisy dio un vistazo desde el suelo, hacia su alrededor. Reconoció el kiosko en el centro del parque y los faros negros.
-Sí... ya sé dónde estoy... Perdón pero... ¿Quién es usted?
-Oh, perdone la descortesía, señorita. Mi nombre es Manuel.- dijo elegante y arcaicamente y le tendió la mano para que se parara.
-Oh, gracias- dijo la muchacha mientras tomaba su mano y se asía.-Mi nombre es Daisy, y no recuerdo cómo llegué hasta aquí. Vivo... hasta el fondo, casi. Ni siquiera sé cómo mi pijama se transformó en esto...-mencionó en cierto tono burlón y alisando su vestido y prosiguió a llevarse una mano al cabello que estaba mucho más lacio que de costumbre- qué raro, tampoco acuerdo haberme planchado el cabello... ni siquiera haberme acostado un momento.
-Tu aliento es alcohólico. ¿Acaso tomaste mucho por la noche?- el señor objetó como reprimiéndola.
-Pues... tomé. Sí. Pero no tanto como para no acordarme.
La muchacha se sentó al lado del señor e hizo un ademán con la mano, moviéndola hacia el frente y después hacia atrás. Manuel la miraba atentamente, extrañado.
-Es para ver qué tanto dormí -respondió la chica con una tierna sonrisa.

Pasaron minutos de silencio, minutos en los cuales parecía que los dos estaban en su propia jaula, en su propio manicomio y en su propio mundo. Minutos en los que su viaje hacia dentro de sí mismos duraba más que llegar a la galaxia más lejana. Minutos en los que recordar era menester. Minutos en donde sus ojos volaban más allá de las velocidades de la luz y sin guardar nada de información aparente. Una pregunta tan sencilla como el color de las flores en el jardín de en frente pondría a ambos a enfocar la vista a tal objeto y recordar el nombre de ese color. Minutos que pasaron sólo escuchando los pájaros trinar y los primeros autos pasar por la calle, con dueños de rostros malhumorados, cabellos sin arreglar y maquillajes hechos en la oscuridad.

-Cuando llegaste gritabas "Esmeralda" a todo pulmón- dijo el adulto al aire y Daisy reaccionó moviendo su cabeza y sin desenfocar sus ojos del infinito soltó un suspiro.

viernes, 20 de agosto de 2010

157. Algo, cosa y moción.

Y como diría el buen Harry... "no es para cualquiera"

Hay algo que alguien de algo alguea.
Es algo alguín que yo algo algón...
y lo que algo es algo que alga
pues alguien algo algueó.

La cosa es esta cosa que cosea a las cosas
no es una cosa más que la cosa de todas las cositas.
Este coso requiere de cosas más grandes que cosas
pero no cosea de las coseando coseador.

Mociones que mocean lo moceable.
Moceando las mociones de la moción.
Tu moción mociendo se ha mociando
y mociabundo te has moceado tú.

viernes, 13 de agosto de 2010

156. Dhrtarastra abandona el hogar.

Srimad-Bhagavatam
Canto 1, Capítulo 13, texto 22 al 26.

Tú has sido ciego desde tu mismo nacimiento y últimamente estás perdiendo el oído. Tu memoria es escasa y tu inteligencia se ha perturbado. Tus dientes están flojos, tu hígado está defectuoso y expectoras moco.

¡Oh Dios mío! Cuán fuertes son las esperanzas de un ser viviente de continuar su vida. En verdad, tú estás viviendo exactamente como un perro casero y comes las sobras de la comida que te da Bhima.

No hay necesidad de vivir una existencia degradada, ni de subsistir de la caridad de aquellos a quienes trataste de matar mediante el incendio y el veneno. Tú también insultaste a su esposa y usurpaste su reino y su riqueza.

A pesar de tu renuencia a morir y a tu deseo de vivir aun a costa del honor y del prestigio, tu cuerpo avaricioso ciertamente decaerá y se deteriorará tal como una vieja vestidura.

Se le llama imperturbable a aquel que va a un lugar remoto y desconocido y que, librándose de todas obligaciones, abandona el cuerpo material el cual era anteriormente mal utilizado.

lunes, 2 de agosto de 2010

155. Amor Contemporáneo.

Amor Contemporáneo

Fue un año entero en el cual muy enamorados estaban; sus voces se endulzaban al decir el nombre de su complemento, sus ojos brillar al sólo atisbar noticia; sus piernas flaqueaban cuando de frente se encontraban, su corazón deprisa latía al cruzar las miradas; par de labios presurosos que en pasión quedaron; manos curiosas que cada rincón exploraron; palabras efímeras respaldadas en almas vanas.