jueves, 30 de abril de 2009

84. Perenne insomnio esporádico.

Este texto, me gusto de verdad.

Aunque, confuso, no lo he entendido en su mayoría pero, finalmente, he logrado recordar lo que pensaba en el momento, y siento que eso le da un matiz bastante peculiar.

Si. El título indica cómo es la entrada.
Sin sentido, ni lógica, ni final. ¡Exacto!¡No hay dialéctica en este texto, y a pesar de eso, tiene una longitud amplia!
Tengo que decirles, estaba cortada en capítulos, al principio tenía 10, pero terminé sólo publicando 3. Esto son 3 capítulos u_u
Vale por Miércoles y Jueves u_u
Hay recompensa para quién halle algún vínculo con los nombres que se presentan.
¡Feliz día del niño, por cierto!
Bueno. Ya xD




¡Demonios!¿Hace cuánto no dormía tan bien? Podría decirse que hace años no dormía tan bien. Y es que todo está en completo silencio, nada la peturbaba... bueno, eso sin contar el sol abrasador de un amanecer espectacular, que se infiltró por las oscuras cortinas de terciopelo oscuro, llegando a su lánguido rostro que reflejaba una paz incondicional.

¿Cuánto habrá dormido?
¿Alrededor de 20 minutos?¿30?¿40?
¿Habrá sido lo capaz de dormirse una hora completa?

¡Ay!¡Qué emoción!¡Es el dormir más largo y consecutivo que ha tenido o que recuerda!

Sufre desde los 2 años insomnio. Un insomnio particularmente indestructible. Nada la ha ayudado a derrocarlo, y está segura de que nada lo hará.

¿Hierbas?¿Medicinas?¿Pastillas?¿Grajeas?

¡Olvídenlo!¡Ha tomado de todo y nada ha funcionado, ni funcionará!
¡Qué llena de energía está!
¡Su alegría es prácticamente inefable!

Se erguía con una gracia insuperable. ¡Había vuelto a ser ella!

Suavemente, fue hacia las cortinas negras. Las abrió de par en par y la luz del Sol realmente la encandiló. Se recuperó en un santiamén y una blanca sonrisa apareció en su pequeño rostro. Esa luz parecía competir con la del Sol.
Ubicada al supremo este, su habitación, un tanto desordenada y ahora iluminada por la luz del nuevo Sol, abría paso a la joven hacia un espejo oval, de cuerpo completo. Directamente y a un metro de distancia, la vista de la joven alcanzaba a ver completamente su rostro, su cuerpo, hasta el más mínimo detalle. Aunque, claro, se acercó para verse mejor. Le tomó dos minutos enteros observarse del todo, pensando siempre en las grandes ojeras que el maquillaje más espeso temería al cubrir.

Miró de reojo el reloj. 6:20 a.m.

Era tarde...

Tenía que estar completamente lista a las 7 a.m. si quería conservar su asistencia perfecta intacta.

Con unos largos pasos, se dirigió a la puerta y abrió con un movimiento único. Rápidamente se dirigió al baño mientras se desvestía por completo. Sólo giró la llave del agua fría y se adentró a la regadera en menos de un parpadeo.
Normalmente, tardaba bastante en ducharse. Pero el tiempo no era fiel. No era el suficiente.
En a las 6:29 salió completamente empapada, con los ojos cerrados y percibiendo todo su alrededor al tacto. Agarró una toalla y envolvióse en ella. Abrió los ojos y parecía que el Sol se había ocultado. Vio de nuevo el reloj. 6:30 a.m.
Se apuró para conectar la secadora, que pasó rápidamente por su cabello húmedo, tratando de darle forma, que pareciera que hubiera tardado más.
-Vamos, Elena, estás sólo alucinando. No has dormido tanto como deberías hacer a tu edad, apresúrate- se dijo inconscientemente en voz moderada y clara- tienes tiempo suficiente como para hacer más cosas, pero sólo arréglate.
Vertiginosamente, se puso crema humectante en todo el cuerpo y en la cara protector solar. Se puso sus prendas interiores y se miró de nuevo al espejo, dándose una sonrisa que ocupaba, de nuevo, la mayor parte de su blanco rostro.
Cualquiera que la hubiera escuchado, o visto, pensaría que era víctima de la paranoia, o del destino, como ella se decía todo el tiempo.
Con el cabello aún escurriendo gotas pequeñas, fue hacia su habitación, evitando hacer cualquier sonido audible por las personas de su familia, aunque sabía que aunque gritara con lo más profundo de su alma, no despertarían.

Abrió el clóset, no le fue necesario prender la luz. El Sol había vuelto a salir.

Escogió una blusa fucsia, la primera que vio, y unos jeans negros acampanados. Los arrojó hacia su destendida cama y sacó unas zapatillas azules del clóset. Las aventó también.

Volvió al baño, tomó el neceser que había hecho esa noche como todas las demás y se dirigió de nuevo a su cuarto, dónde cerró la puerta.

Necesitaba más luz y sujetó las cortinas con unos pequeños ganchos.

Vistiéndose frente al espejo, viéndose de reojo con cada movimiento que hacía, terminó de colocarse la ropa de pies a cabeza. Tomó un suéter que estaba en el suelo, blanco, y se lo anudó en la cintura.

-Por si hace frío al salir- se dijo.

6:45 a.m.
Queda tiempo...
Yendo al espejo, y con sólo 10 centímetros de separación entre el cristal y ella, practicaba sus más amenas sonrisas, hasta que lograba que se lo formaran esos hoyuelos que tanto le gustaban.

Miró hacia sus ojos... Y marcas de poco sueño se daban lugar en su contorno.

De su neceser sacó el corrector de ojeras, delineador, sombra, rímel... y hasta un brillo labial. Jamás se habría maquillado si no quedaran 15 minutos para estar completamente lista.
Con movimientos suaves, se maquilló sutilmente. ¡Hasta sus ojos parecían brillar por si mismos con esa sombra azul celeste!

Sabía que algo interesante pasaría ese día.

6:54 a.m.

Algo le hacía falta... Y lo supo hasta sentir su estómago hacer ruidos de hambre. ¡Tenía que comer algo!

Abrió la puerta, por un momento se le olvidó que todos dormían, pero, lúcida, recuperó la cordura y volvió a los movimientos silenciosos a los cuales estaba más que acostumbrada.

Bajó los escalones de dos en dos, llegando en pocos segundos a la cocina, casi cayendo al final.Dando unos pocos pasos, llegó a su meta. Abrió el refrigerador y lo primero que vio fue una cesta de uvas moradas, lista para comer, tapadas con plástico adherente. Por si las dudas, las lavó de nuevo y agarró un puño de las deliciosas frutas, las colocó en una taza y la subió consigo...

Cerró la puerta de su cuarto detrás suyo a toda velocidad.

Dejó la taza en un pequeño buró y tomó un par de uvas, las colocó en su boca mientras tomaba su material para irse a la escuela, que estaba en la esquina del clóset, con dos uvas en la boca, masticando lo más rápido que podía. Se la colgó y volvió al pequeño buró.

Agarró otro par de uvas y se las echó a la boca, dejándola completamente llena. Se le dificultaba masticar con tanto dentro. Pero quería acabar ya.

Tragó el bocado y asió la última uva de la taza, la cual devoró casi completa.

Bebió un vaso de agua que estaba también en el buró, al lado del despertador que marcaba ya dos minutos para las 7.

A toda prisa, se dirigió al baño y se lavó bruscamente los dientes, lo que ocasionó que escupiera sangre.

El amargo sabor de su sangre le dejó un gusto bastante particular, que quiso desvanecer, de inmediato.

Tomó más agua, y se lavó de nuevo los dientes, con más cuidado esta vez para no sangrar. Su delicadeza fue el vano. Escupió sangre de nuevo.

-¡Rayos!- dijo para si, molesta.
Ya no había tiempo para quitarse ese sabor.
Ya era tarde y ella ya estaba lista para llegar hacia la escuela.

Puntual, como siempre, llegó Larry, con su autobús, de un azul fulgurante, que lastimaría si un par de minutos te le quedaras viendo fijamente.

-¡Buen día, Elena!¿Cómo dormiste el día de hoy?- dijo el chofer con un tono satírico e irónico.
-¿Dormir?¿Yo?¡Igual de bien poco!- le respondió en tono divertido, como ya era rutina.

Ambos se conocían y eran muy amigos. La diferencia de edad era sólo de 1 año pero la meta, los sueños, y el destino más que nada, era completamente distinto.
Cada estudiante tenía un lugar asignado, así que, sin pensar, Elena se dirigió con paso firme hacia su puesto, a un lado de Vivi, su mejor amiga hasta entonces, porque no se habían conocido del todo.
-¿Cómo todo, Vivi?- le dijo en un tono de fingido interés.
-Pues nada nuevo- respondió- no sé cómo voy a acabar este informe en tan solo 2 días...

-¿Hace cuánto lo dejaron?

-3 semanas...

-¿Y lo acabas de iniciar?

-Cómo si fuera la única en esta hilera- dijo, un tanto molesta, porque se sentía regañada. -Claro que lo eres, yo lo terminé desde el primer día, boba- dijo Elena entre dientes
-¿Qué dijiste?- cuestionó la amiga un tanto alterada.

-Que yo ya lo terminé, así que técnicamente, si eres la única que no lo ha acabado de este par de asientos- dijo, en un tono alto y petulante, con una ligera sonrisa en la boca.

Te pasaste, Elena ¿En qué pensabas?

-Pero, te puedo ayudar...

-¿De verdad?- respondió Vivi con un resplandor en los ojos.

-No. Podrás tú sola.

Y el resto del viaje se consolidó en silencio.

Gracias a Dios no vamos en el mismo salón, ni somos amigas de pupitre, ni nada más... Sólo compartimos asientos para llegar al colegio, nada más...
Primera campanada.
-Bajen todos del autobús, hemos llegado a su amado colegio- dijo Larry en tono de burla y se siguió con el habitual abucheo hacia el "amado" colegio.
Segunda campanada.
-¿Por qué soy siempre la última en salir?- se dijo Elena- ah, quizá porque estás en la fila de hasta atrás...
-¡Hasta dentro de 7 horas, Elena!- eufórico, expresó Larry.
-¡Hasta entonces!¡Reza porque las clases sean tan aburridas como siempre y logren adormilarme un poco!- dijo la joven predilecta, sonriendo.
-¿Hoy no me darás nada de alimento o qué?
-No tuve ni tiempo para preparar nada, deberías pasar un poco más tarde...
-Si, claro, de por si no llegarás...
Tercera campanada.
Tarde.

Corriendo a zancadas, alcanzó a la muchedumbre y logró camuflarse en ella. Vio a unos cuántos de su salón, así que supuso que no tendría problemas.
Ya entrando al salón, a su salón, todo parecía bien y común.
Se sentó al lado de su amigo del alma, John, que eran inseparables desde la secundaria, 3 o 4 años atrás.
Platicaron cosas sin relevancia, la tarea, el clima, los maestros, las materias... Todo eso mientras que la maestra Lourdes no estaba presente.
Al ver que, esta, no se presentó en 5 minutos, comenzó el verdadero desorden, sin alterar a Elena, que parecía que sólo tuvo que alzar un poco más la voz, para hacerse escuchar en los oídos de John, nada más.
No hizo nada fuera de lo normal, como las demás personas, que algunas ya estaban sobre las mesas bailando al compás imaginario de una canción lenta.
Al ver la dirección de los ojos de John, quedó entumecida.
-¿Qué tanto miras en mis labios?- casi vociferó y, típico, en ese momento todos guardaron silencio y prosiguieron con la usual burla infantil de los novios de primaria: "Uuuuuuuuy".
John, con un sonrojo claro, sólo fue capaz de decirle, ocultando su rostro entre los toscos libros del salón: "Estás sangrando bastante por la boca"
Acto seguido, Elena se dedicó a probar los líquidos que estaban en su boca y, en efecto, sólo había sangre y saliva.
Identificó un sabor más. Quizá bilis.
La maestra no aparecía. ¿A quién pedirle el permiso para salir?
Se limitó a escribirle un recado rápido a Jonh, ya que era imprudente hablarlo, siendo que unos cuántos aún los observaban con interés, mientras que otros seguían con sus fiestas.
Si llega la maestra, avísale que fuí a la enfermería.
Se lo entregó doblado por la mitad, el cuál abrió y sólo fue capaz de sonreírle con todas sus fuerzas, en lugar de asentir.
Se oyeron unos cuántos "Uuuuuy" seguidos de unos "Aaaaww", pero no como la primera vez.
Cubriéndose la boca con las dos manos, salió a paso rápido directo a la enfermería.
Incompetentes sí que eran, como todos los doctores que se tienen en cualquier institución dónde se albergan empleados y alumnos, o sólo uno de estos.
La enfermera, horrorizada por el aspecto fúnebre de Elena, abrió rápidamente el gabinete lleno de pastillas y de más.
Le hizo una seña rápida indicándole la posición exacta de una camilla, de un poco más de un metro de alto, que manchó, en su cubierta blanca perfecta, de unas grandes gotas de sangre desde sus labios enrojecidos.
-¿Cómo te sientes?- preguntó, afligida la enfermera, colocándole el manguito de compresión en el brazo derecho y el termómetro en el izquierdo- presiónalo como siempre- le dijo haciendo caso omiso a la respuesta de la primera pregunta, presionándo la válvula.
-Bien, gracias, ¿y usted?- dijo, sonriendo.
-Preocupada por si tiene algún daño, además de considerar sus vómitos con algo intestinal, en el cerebro- respondió, con un tono molestamente irónico.
-Descuide, no estoy loca.- puntualizó.
-190 sobre 40... ésto es malo- dijo para si.
Vaya que era malo, presión alta, altísima.
-¿Sabes qué?- dijo la enfermera...
-¿Qué?¿Me dirá su nombre? No sé cómo no lo sé si vengo aquí 2 o 3 veces a la semana...- objetó en tono de burla la encamada.
-Sonia- dijo casi susurrando y subió el tono- pero ese no era el caso. Lo que sucede, te tendré que mandar por primera vez a casa a que descanses.
-¿Descansar?- y soltó una risotada.-Yo no podría descansar. Además, he tenido la presión más alta alguna vez, y no consideró esa opción de mandarme a casa- refunfuñó Elena.
-Si, pero tampoco consideré vómitos con sangre, ¿Verdad?
-Correcto, Sonia, usted tiene razón.
Sonia marcó los números anotados en una libreta, que contenía los celulares de todos los papás y mamás de los estudiantes.
Elena notó que hizo una mueca de disgusto, seguro porque marcó ocupado alguno de ellos. Hizo un segundo marcado, con números diferentes.
Ésta vez si le contestaron.
-...Bueno, entonces le diré al chofer que la lleve directo a casa- Dijo Sonia, cortando la llamada.
¿Qué?
¿Una llamada sólo para decir eso?
¿Qué hay del "Hola, Buenas tardes"
La joven en la cama, sintió ganas de vomitar, tomó la posición y sólo salieron unas cuántas gotas de oscura sangre.
Al ver la reacción de horror de Sonia, pronto, Elena se sentó y, aunque un poco mareada, le preguntó a la enfermera de su estado los últimos 2 minutos.
-...Estabas durmiendo- dijo, un poco asustada.
-Oxímoron- y cayó hasta estamparse en el suelo, dónde los brazos ya habían sido inútiles, para salvarse del tremendo golpe en la cabeza.
Se levantó tomando la mano de la enfermera, y esta insistió en que la joven se recostara otra vez.
Unos minutos después sonó la campana de término de su primera clase, y, para ella, su campanada hacia su casa.
Larry tuvo que ir hasta ella, hasta la enfermería.
La tomó en brazos, estaba un tanto adormilada.
A paso largo, cruzó todo el patio, evitando preguntar a cualquier costa, porque sabía que podía pasar algo catastrófico. Una baja o algo así.
El velocímetro marcaba 80 km/ph, insuficientes viendo la palidez extrema de Elena.
Tuvo que llevarla hasta su cama, en su casa ya. Y se despidió con un "Cuidate, todo estará bien" en un tono bastante contradictorio.
Elena sólo se limitó a mirar el techo, a cerrar su puerta con llave, a cerrar un poco las cortinas y a taparse con las sábanas.
Si había algo que disfrutaba, era la plena noche, aquella que, aunque abras los párpados y mires a todos lados, intentando captar algún detalle, por más minúsculo que sea, ves la misma negrura como si los tuviera cerrados.
Esto fue lo más cerca que estuvo de dormir.

martes, 28 de abril de 2009

83. Leyenda del Arco Iris

LeYeNdA dEl ArCoIrIs

Iris era una linda niña. Había nacido entre las nubes rosadas del crepúsculo y contemplaba cuanto desde ahí veía.

Viajaba con frecuencia en una nave que pertenecía a la Luna, y las Estrellas le habían contado hermosos cuentos.

Aun cuando amaba su casa de nácar, en la nubes, amaba más aún a su abuelo, el Océano.
Iris gozaba cuando el Océano, contento, movía sus olas mansamente; mas cuándo lo veía triste, agitado, inquieto, acariciábale hasta hacerle sonreír.
Por esto, el viejo Océano deseaba conservar a la niña cerca de él.

Un día el abuelo contó su deseo al Sol; pero el Sol movió la cabeza y dijo:
-Iris pertenece tanto al cielo como al Océano y no podrá permanecer sólo contigo.
Entristeciéndose tanto el viejo Océano que el Sol, compadecido, dijo después de pensar largo rato:
-Haremos que Iris sea la mensajera entre el Cielo y la Tierra.

El Océano no estaba satisfecho pero accedió y ambos buscaron la manera de hacer fácil el viaje a la niña.

Tendieron entre los dos un puente que tocaba por extremo a la Tierra y por otro el Cielo.
La Tierra dio para pintarlo los más bellos matices de sus flores y el Océano mandó inmensos listones de su más reluciente espuma.

Entonces el Sol tejió con hilos de oro el puente maravilloso por donde Iris baja cuando trae a la Tierra un mensaje del Cielo.

lunes, 27 de abril de 2009

82. Eolo Y Los Vientos

Eolo Y Los Vientos
Hace mucho tiempo, en lo alto de una montaña, vivía en una cueva el gigante Eolo con sus cuatro hijos: Viento del Norte, Viento del Sur, Viento del Este y Viento del Oeste.
Un día Viento del Norte dijo a Eolo:
-Padre, permíteme salir a jugar un rato.
-Sí- contestó Eolo-, pero procura regresar temprano

Salió Viento del Norte silbando alegremente.
Yendo a lo largo del camino, vio en una huerta, un manzano cargado de frutos.
-Ven a jugar conmigo- dijo Viento del Norte-, ven a jugar.
-¡Oh, no!- dijo el manzano-. Debo quedarme aquí para que mis manzanas puedan crecer; si no, no estarán maduras en Otoño, y los niños no podrán comerlas.
-¡Puf!- exclamó Viento del Norte, y todas las manzanas cayeron al suelo.

Siguió Viento del Norte su camino y llegó a un inmenso campo de trigo donde las espigas ondulaban suavemente.
-Ven a jugar conmigo- díjole al trigo-, ven a jugar.
-No, no- contestó el trigo-, debo quedarme aquí para crecer. Pronto se dorarán mis espigas y entonces daré buena harina para el pan de los niños. No puedo ir a jugar.
Viento del Norte suspiró y el trigo cayó por tierra.

Más allá, corriendo aún, Viento del Norte vio un lirio delicado que crecía en un tiesto pequeño, en la ventana de una casita humilde.
-Lindo lirio, ven a jugar conmigo- dijo el Viento.
-No puedo- contestó el lirio dulcemente-, prefiero quedarme aquí acompañando a la hijita del campesino que está enfermita.
Viento del Norte besó la flor y ésta al instante quedó helada.
Poco después, llegó el campesino, quien al mirar las manzanas caídas, el trigo tendido y el lirio helado, dijo:
-Viento del Norte ha estado aquí. Iré hoy mismo a ver a Eolo.

Atravesando y yendo hacia su aventura, el campesino, fiero y temeroso, fue hacia la montaña.

-Buen día, Eolo- le dijo al llegar a la montaña-, tu hijo, Viento del Norte, ha hecho destrozos en mi huerta y en el campo y ha helado el lirio de mi niña.
-Me apena mucho saberlo- contestó Eolo-, y tan luego como llegue mi hijo hablaré con él.

Apenas había salido el campesino cuando llegó Viento del Norte. Al ser reprendido, dijo:
-Todo lo que te contó el campesino es verdad, pero yo no tuve intención de causarle daño, sólo quise jugar un rato.
-Bien- agregó Eolo-, puesto que tus juegos son tan bruscos, no volverás a salir a jugar más que cuando el campesino haya cosechado la fruta y el trigo y tenga sus plantas protegidas dentro de su casa.

sábado, 25 de abril de 2009

81. Humo De Cigarrillo (pt. 6)

FIN PARA MI.

viernes, 24 de abril de 2009

80. Humo De Cigarrillo (pt. 5)

Humo De Cigarrillo

5.

¿Qué tengo que salvar de mi vida?
Ha sido miserable, desde que recuerdo.
¿Cuántos gramos pesa mi alegría?
¿Cuánto pesa el miedo de ser feliz?

Éste.
Éste será mi último cigarrillo.
Sólo porque es el único con aconitina

jueves, 23 de abril de 2009

79. Humo De Cigarrillo (pt.4)

Humo De Cigarrillo
4.

¿Habré muerto?
Me siento ya muerto.
Sólo tengo un color más amarillento al de un muerto.
¿Hace cuánto no voy al médico?
¿10...15...20 años...?

¿Hace cuánto fumo?
¿25...30...35 años...?


¡Cuánto quiero superarme!
¡Cuánto quiero tener una inspiración lógica para hacerlo!

miércoles, 22 de abril de 2009

78. Humo De Cigarrillo (pt. 3)

Humo De Cigarrillo

3.

El tiempo ha transcurrido casi inadvertido.
De pronto el olor que me provocaba nauseas es el que más espero en el día.
De pronto las noticias sobre el cáncer me afectan menos, me parecen sólo inventos...
La tos ya me delata y, aunque soy mayor ya, no quiero que nadie lo sepa.

Está mal...¡Está pésimo!

Me dejé vencer por la vida y ahora me agarro con todas mis fuerzas a un vicio banal... no me duele tanto ya aceptarlo.

Mis uñas se han vuelto quebradizas.
Mis dientes, amarillentos
Mi cabello ha perdido su brillo...
y mi esencia se ha ido.

¡Necesito ayuda!¡Ayuda!
Y nadie me la da...

¡Nadie!

Lo que empezó por curiosidad, terminó bastante mal...

Ya no tengo amigos.
Ya nadie ha venido a verme.
Ya todos me prefieren muerto...
que auguriando mala suerte.
Todo está mal, muy mal...
¿A quién le importará mi vida?
¿Quién profanará mi muerte?
¿Qué es lo que debo hacer para sentirme mejor?

Los años han transcurrido...
sin trascendencia alguna...
¿Alguien me recordará por lo que fuí y no por lo que me he convertido?

martes, 21 de abril de 2009

77. Humo De Cigarrillo (pt. 2)

Humo De Cigarrillo


2.
Temo no poder parar.
Sé que ésta adicción es nociva, mata neuronas, mata a los pulmones, mata al olfato y mata al gusto.
Apenas he probado el cigarrillo y ya me veo víctima de él.
Es asquerosamente delicioso...
Quiero más, quiero más...
Robaré más cigarrillos del señor papá.
Sólo los quiero tener ahí, poder verlos, poder tocarlos, poder tener su poder inefable...
Tres, tres son..
¡Al baño de nuevo!
¡A ese rincón que nadie visita!
¡Ese lugar dónde nadie es inocente, dónde nadie delata a nadie!
Uff...
Qué bien que se siente...
Extrañaba esa sensación del día anterior...
Se acabó antes de le que quería, necesito más...
Sólo uno más... uno más..

lunes, 20 de abril de 2009

76. Humo De Cigarrillo

Humo De Cigarrillo

1.
Abrumadoras sensaciones percibo, duele pensar y sentir ya.
No quiero más, quiero escapar, sólo quiero eso.
Robo un cigarrillo de los de mi papá, me siento un criminal...
Jamás he fumado, no sé si me va a gustar,
pero con tal de despejar, estoy dispuesto a matar.
Lo guardo un par de días, no quiero parecer obvio.
Sólo me gusta tenerlo ahí, aunque me tiente a más no poder.
Pero ahí está. Nadie lo ve, nadie sabe, sólo yo y eso me basta.
Las depresiones suelen arreglarse con cigarrillos, dicen.
Mi papá fuma porque le gusta, pero estoy seguro que de problemas ha de huir...
Como yo en estos momentos...
Si. Me siento un cobarde.
Si. Me gusta.
Veo que nadie está en casa, quizá es el momento para probar...
Aún así, me encerré en el baño de huéspedes, al que nunca va ningún familiar...
¡Rayos!¡Me siento tan vulnerable aquí dentro!
El papel que envuelve cuidadosamente al tabaco me quema los dedos,
algún sentimiento de culpabilidad ha de ser...
¿Dónde quedó el encendedor?
Prendido.
Voìla...
Las cenizas se ven tan lentas... se consume tan lento un cigarrillo si no está pegado a los labios...
Observar...
Intento querer arrepentirme...
Pero ya mi deseo de escapar es muy fuerte...
Una probada...
Pica como chile,
la garganta me sabe a óxido,
el paladar está seboso,
y yo, gozando ese ardor.
Duele...
Pero qué satisfactorio es...
Otra...
Parece que ya me acostumbré...
Parece que mis labios y mi nariz se han sincronizado...
Ya no pica tanto...
Sólo tengo sed...
¿Se me quitará si lo pruebo, otra vez?
Veamos.
¡Qué bien se siente!
¿Qué son esos ruidos?
Oh, es en el patio, es mi mascota...
Seguro ella también quiere probar esta delicia...