jueves, 30 de abril de 2009

84. Perenne insomnio esporádico.

Este texto, me gusto de verdad.

Aunque, confuso, no lo he entendido en su mayoría pero, finalmente, he logrado recordar lo que pensaba en el momento, y siento que eso le da un matiz bastante peculiar.

Si. El título indica cómo es la entrada.
Sin sentido, ni lógica, ni final. ¡Exacto!¡No hay dialéctica en este texto, y a pesar de eso, tiene una longitud amplia!
Tengo que decirles, estaba cortada en capítulos, al principio tenía 10, pero terminé sólo publicando 3. Esto son 3 capítulos u_u
Vale por Miércoles y Jueves u_u
Hay recompensa para quién halle algún vínculo con los nombres que se presentan.
¡Feliz día del niño, por cierto!
Bueno. Ya xD




¡Demonios!¿Hace cuánto no dormía tan bien? Podría decirse que hace años no dormía tan bien. Y es que todo está en completo silencio, nada la peturbaba... bueno, eso sin contar el sol abrasador de un amanecer espectacular, que se infiltró por las oscuras cortinas de terciopelo oscuro, llegando a su lánguido rostro que reflejaba una paz incondicional.

¿Cuánto habrá dormido?
¿Alrededor de 20 minutos?¿30?¿40?
¿Habrá sido lo capaz de dormirse una hora completa?

¡Ay!¡Qué emoción!¡Es el dormir más largo y consecutivo que ha tenido o que recuerda!

Sufre desde los 2 años insomnio. Un insomnio particularmente indestructible. Nada la ha ayudado a derrocarlo, y está segura de que nada lo hará.

¿Hierbas?¿Medicinas?¿Pastillas?¿Grajeas?

¡Olvídenlo!¡Ha tomado de todo y nada ha funcionado, ni funcionará!
¡Qué llena de energía está!
¡Su alegría es prácticamente inefable!

Se erguía con una gracia insuperable. ¡Había vuelto a ser ella!

Suavemente, fue hacia las cortinas negras. Las abrió de par en par y la luz del Sol realmente la encandiló. Se recuperó en un santiamén y una blanca sonrisa apareció en su pequeño rostro. Esa luz parecía competir con la del Sol.
Ubicada al supremo este, su habitación, un tanto desordenada y ahora iluminada por la luz del nuevo Sol, abría paso a la joven hacia un espejo oval, de cuerpo completo. Directamente y a un metro de distancia, la vista de la joven alcanzaba a ver completamente su rostro, su cuerpo, hasta el más mínimo detalle. Aunque, claro, se acercó para verse mejor. Le tomó dos minutos enteros observarse del todo, pensando siempre en las grandes ojeras que el maquillaje más espeso temería al cubrir.

Miró de reojo el reloj. 6:20 a.m.

Era tarde...

Tenía que estar completamente lista a las 7 a.m. si quería conservar su asistencia perfecta intacta.

Con unos largos pasos, se dirigió a la puerta y abrió con un movimiento único. Rápidamente se dirigió al baño mientras se desvestía por completo. Sólo giró la llave del agua fría y se adentró a la regadera en menos de un parpadeo.
Normalmente, tardaba bastante en ducharse. Pero el tiempo no era fiel. No era el suficiente.
En a las 6:29 salió completamente empapada, con los ojos cerrados y percibiendo todo su alrededor al tacto. Agarró una toalla y envolvióse en ella. Abrió los ojos y parecía que el Sol se había ocultado. Vio de nuevo el reloj. 6:30 a.m.
Se apuró para conectar la secadora, que pasó rápidamente por su cabello húmedo, tratando de darle forma, que pareciera que hubiera tardado más.
-Vamos, Elena, estás sólo alucinando. No has dormido tanto como deberías hacer a tu edad, apresúrate- se dijo inconscientemente en voz moderada y clara- tienes tiempo suficiente como para hacer más cosas, pero sólo arréglate.
Vertiginosamente, se puso crema humectante en todo el cuerpo y en la cara protector solar. Se puso sus prendas interiores y se miró de nuevo al espejo, dándose una sonrisa que ocupaba, de nuevo, la mayor parte de su blanco rostro.
Cualquiera que la hubiera escuchado, o visto, pensaría que era víctima de la paranoia, o del destino, como ella se decía todo el tiempo.
Con el cabello aún escurriendo gotas pequeñas, fue hacia su habitación, evitando hacer cualquier sonido audible por las personas de su familia, aunque sabía que aunque gritara con lo más profundo de su alma, no despertarían.

Abrió el clóset, no le fue necesario prender la luz. El Sol había vuelto a salir.

Escogió una blusa fucsia, la primera que vio, y unos jeans negros acampanados. Los arrojó hacia su destendida cama y sacó unas zapatillas azules del clóset. Las aventó también.

Volvió al baño, tomó el neceser que había hecho esa noche como todas las demás y se dirigió de nuevo a su cuarto, dónde cerró la puerta.

Necesitaba más luz y sujetó las cortinas con unos pequeños ganchos.

Vistiéndose frente al espejo, viéndose de reojo con cada movimiento que hacía, terminó de colocarse la ropa de pies a cabeza. Tomó un suéter que estaba en el suelo, blanco, y se lo anudó en la cintura.

-Por si hace frío al salir- se dijo.

6:45 a.m.
Queda tiempo...
Yendo al espejo, y con sólo 10 centímetros de separación entre el cristal y ella, practicaba sus más amenas sonrisas, hasta que lograba que se lo formaran esos hoyuelos que tanto le gustaban.

Miró hacia sus ojos... Y marcas de poco sueño se daban lugar en su contorno.

De su neceser sacó el corrector de ojeras, delineador, sombra, rímel... y hasta un brillo labial. Jamás se habría maquillado si no quedaran 15 minutos para estar completamente lista.
Con movimientos suaves, se maquilló sutilmente. ¡Hasta sus ojos parecían brillar por si mismos con esa sombra azul celeste!

Sabía que algo interesante pasaría ese día.

6:54 a.m.

Algo le hacía falta... Y lo supo hasta sentir su estómago hacer ruidos de hambre. ¡Tenía que comer algo!

Abrió la puerta, por un momento se le olvidó que todos dormían, pero, lúcida, recuperó la cordura y volvió a los movimientos silenciosos a los cuales estaba más que acostumbrada.

Bajó los escalones de dos en dos, llegando en pocos segundos a la cocina, casi cayendo al final.Dando unos pocos pasos, llegó a su meta. Abrió el refrigerador y lo primero que vio fue una cesta de uvas moradas, lista para comer, tapadas con plástico adherente. Por si las dudas, las lavó de nuevo y agarró un puño de las deliciosas frutas, las colocó en una taza y la subió consigo...

Cerró la puerta de su cuarto detrás suyo a toda velocidad.

Dejó la taza en un pequeño buró y tomó un par de uvas, las colocó en su boca mientras tomaba su material para irse a la escuela, que estaba en la esquina del clóset, con dos uvas en la boca, masticando lo más rápido que podía. Se la colgó y volvió al pequeño buró.

Agarró otro par de uvas y se las echó a la boca, dejándola completamente llena. Se le dificultaba masticar con tanto dentro. Pero quería acabar ya.

Tragó el bocado y asió la última uva de la taza, la cual devoró casi completa.

Bebió un vaso de agua que estaba también en el buró, al lado del despertador que marcaba ya dos minutos para las 7.

A toda prisa, se dirigió al baño y se lavó bruscamente los dientes, lo que ocasionó que escupiera sangre.

El amargo sabor de su sangre le dejó un gusto bastante particular, que quiso desvanecer, de inmediato.

Tomó más agua, y se lavó de nuevo los dientes, con más cuidado esta vez para no sangrar. Su delicadeza fue el vano. Escupió sangre de nuevo.

-¡Rayos!- dijo para si, molesta.
Ya no había tiempo para quitarse ese sabor.
Ya era tarde y ella ya estaba lista para llegar hacia la escuela.

Puntual, como siempre, llegó Larry, con su autobús, de un azul fulgurante, que lastimaría si un par de minutos te le quedaras viendo fijamente.

-¡Buen día, Elena!¿Cómo dormiste el día de hoy?- dijo el chofer con un tono satírico e irónico.
-¿Dormir?¿Yo?¡Igual de bien poco!- le respondió en tono divertido, como ya era rutina.

Ambos se conocían y eran muy amigos. La diferencia de edad era sólo de 1 año pero la meta, los sueños, y el destino más que nada, era completamente distinto.
Cada estudiante tenía un lugar asignado, así que, sin pensar, Elena se dirigió con paso firme hacia su puesto, a un lado de Vivi, su mejor amiga hasta entonces, porque no se habían conocido del todo.
-¿Cómo todo, Vivi?- le dijo en un tono de fingido interés.
-Pues nada nuevo- respondió- no sé cómo voy a acabar este informe en tan solo 2 días...

-¿Hace cuánto lo dejaron?

-3 semanas...

-¿Y lo acabas de iniciar?

-Cómo si fuera la única en esta hilera- dijo, un tanto molesta, porque se sentía regañada. -Claro que lo eres, yo lo terminé desde el primer día, boba- dijo Elena entre dientes
-¿Qué dijiste?- cuestionó la amiga un tanto alterada.

-Que yo ya lo terminé, así que técnicamente, si eres la única que no lo ha acabado de este par de asientos- dijo, en un tono alto y petulante, con una ligera sonrisa en la boca.

Te pasaste, Elena ¿En qué pensabas?

-Pero, te puedo ayudar...

-¿De verdad?- respondió Vivi con un resplandor en los ojos.

-No. Podrás tú sola.

Y el resto del viaje se consolidó en silencio.

Gracias a Dios no vamos en el mismo salón, ni somos amigas de pupitre, ni nada más... Sólo compartimos asientos para llegar al colegio, nada más...
Primera campanada.
-Bajen todos del autobús, hemos llegado a su amado colegio- dijo Larry en tono de burla y se siguió con el habitual abucheo hacia el "amado" colegio.
Segunda campanada.
-¿Por qué soy siempre la última en salir?- se dijo Elena- ah, quizá porque estás en la fila de hasta atrás...
-¡Hasta dentro de 7 horas, Elena!- eufórico, expresó Larry.
-¡Hasta entonces!¡Reza porque las clases sean tan aburridas como siempre y logren adormilarme un poco!- dijo la joven predilecta, sonriendo.
-¿Hoy no me darás nada de alimento o qué?
-No tuve ni tiempo para preparar nada, deberías pasar un poco más tarde...
-Si, claro, de por si no llegarás...
Tercera campanada.
Tarde.

Corriendo a zancadas, alcanzó a la muchedumbre y logró camuflarse en ella. Vio a unos cuántos de su salón, así que supuso que no tendría problemas.
Ya entrando al salón, a su salón, todo parecía bien y común.
Se sentó al lado de su amigo del alma, John, que eran inseparables desde la secundaria, 3 o 4 años atrás.
Platicaron cosas sin relevancia, la tarea, el clima, los maestros, las materias... Todo eso mientras que la maestra Lourdes no estaba presente.
Al ver que, esta, no se presentó en 5 minutos, comenzó el verdadero desorden, sin alterar a Elena, que parecía que sólo tuvo que alzar un poco más la voz, para hacerse escuchar en los oídos de John, nada más.
No hizo nada fuera de lo normal, como las demás personas, que algunas ya estaban sobre las mesas bailando al compás imaginario de una canción lenta.
Al ver la dirección de los ojos de John, quedó entumecida.
-¿Qué tanto miras en mis labios?- casi vociferó y, típico, en ese momento todos guardaron silencio y prosiguieron con la usual burla infantil de los novios de primaria: "Uuuuuuuuy".
John, con un sonrojo claro, sólo fue capaz de decirle, ocultando su rostro entre los toscos libros del salón: "Estás sangrando bastante por la boca"
Acto seguido, Elena se dedicó a probar los líquidos que estaban en su boca y, en efecto, sólo había sangre y saliva.
Identificó un sabor más. Quizá bilis.
La maestra no aparecía. ¿A quién pedirle el permiso para salir?
Se limitó a escribirle un recado rápido a Jonh, ya que era imprudente hablarlo, siendo que unos cuántos aún los observaban con interés, mientras que otros seguían con sus fiestas.
Si llega la maestra, avísale que fuí a la enfermería.
Se lo entregó doblado por la mitad, el cuál abrió y sólo fue capaz de sonreírle con todas sus fuerzas, en lugar de asentir.
Se oyeron unos cuántos "Uuuuuy" seguidos de unos "Aaaaww", pero no como la primera vez.
Cubriéndose la boca con las dos manos, salió a paso rápido directo a la enfermería.
Incompetentes sí que eran, como todos los doctores que se tienen en cualquier institución dónde se albergan empleados y alumnos, o sólo uno de estos.
La enfermera, horrorizada por el aspecto fúnebre de Elena, abrió rápidamente el gabinete lleno de pastillas y de más.
Le hizo una seña rápida indicándole la posición exacta de una camilla, de un poco más de un metro de alto, que manchó, en su cubierta blanca perfecta, de unas grandes gotas de sangre desde sus labios enrojecidos.
-¿Cómo te sientes?- preguntó, afligida la enfermera, colocándole el manguito de compresión en el brazo derecho y el termómetro en el izquierdo- presiónalo como siempre- le dijo haciendo caso omiso a la respuesta de la primera pregunta, presionándo la válvula.
-Bien, gracias, ¿y usted?- dijo, sonriendo.
-Preocupada por si tiene algún daño, además de considerar sus vómitos con algo intestinal, en el cerebro- respondió, con un tono molestamente irónico.
-Descuide, no estoy loca.- puntualizó.
-190 sobre 40... ésto es malo- dijo para si.
Vaya que era malo, presión alta, altísima.
-¿Sabes qué?- dijo la enfermera...
-¿Qué?¿Me dirá su nombre? No sé cómo no lo sé si vengo aquí 2 o 3 veces a la semana...- objetó en tono de burla la encamada.
-Sonia- dijo casi susurrando y subió el tono- pero ese no era el caso. Lo que sucede, te tendré que mandar por primera vez a casa a que descanses.
-¿Descansar?- y soltó una risotada.-Yo no podría descansar. Además, he tenido la presión más alta alguna vez, y no consideró esa opción de mandarme a casa- refunfuñó Elena.
-Si, pero tampoco consideré vómitos con sangre, ¿Verdad?
-Correcto, Sonia, usted tiene razón.
Sonia marcó los números anotados en una libreta, que contenía los celulares de todos los papás y mamás de los estudiantes.
Elena notó que hizo una mueca de disgusto, seguro porque marcó ocupado alguno de ellos. Hizo un segundo marcado, con números diferentes.
Ésta vez si le contestaron.
-...Bueno, entonces le diré al chofer que la lleve directo a casa- Dijo Sonia, cortando la llamada.
¿Qué?
¿Una llamada sólo para decir eso?
¿Qué hay del "Hola, Buenas tardes"
La joven en la cama, sintió ganas de vomitar, tomó la posición y sólo salieron unas cuántas gotas de oscura sangre.
Al ver la reacción de horror de Sonia, pronto, Elena se sentó y, aunque un poco mareada, le preguntó a la enfermera de su estado los últimos 2 minutos.
-...Estabas durmiendo- dijo, un poco asustada.
-Oxímoron- y cayó hasta estamparse en el suelo, dónde los brazos ya habían sido inútiles, para salvarse del tremendo golpe en la cabeza.
Se levantó tomando la mano de la enfermera, y esta insistió en que la joven se recostara otra vez.
Unos minutos después sonó la campana de término de su primera clase, y, para ella, su campanada hacia su casa.
Larry tuvo que ir hasta ella, hasta la enfermería.
La tomó en brazos, estaba un tanto adormilada.
A paso largo, cruzó todo el patio, evitando preguntar a cualquier costa, porque sabía que podía pasar algo catastrófico. Una baja o algo así.
El velocímetro marcaba 80 km/ph, insuficientes viendo la palidez extrema de Elena.
Tuvo que llevarla hasta su cama, en su casa ya. Y se despidió con un "Cuidate, todo estará bien" en un tono bastante contradictorio.
Elena sólo se limitó a mirar el techo, a cerrar su puerta con llave, a cerrar un poco las cortinas y a taparse con las sábanas.
Si había algo que disfrutaba, era la plena noche, aquella que, aunque abras los párpados y mires a todos lados, intentando captar algún detalle, por más minúsculo que sea, ves la misma negrura como si los tuviera cerrados.
Esto fue lo más cerca que estuvo de dormir.

3 sentimientos:

RottenMilk dijo...

Primera u.u

Pikachu dijo...

¿Por qué la de arriba no lo leyo?

RottenMilk dijo...

Me agrado bastante.

Esta bastante entretenido y de alguna manera logre entender todo.

Y bueno, ya es algo tarde y mi cerebro no fuciona tan bonito como siempre.

Ya me voy n.n


Plus: El que no haya puesto commentario no significa que no lo haya leido.

Plus2: Nada mas eso...

Plus3: hace mucho calor.