132. Canjeando Sonidos Escritos

Canjeando sonidos escritos

Porque odio cuando el humo del cigarro me entra en el ojo.
Porque odio cuando los bebés lloran y sus padres gritan.
Porque odio cuando me dicen algo que no tiene nada que ver.
Porque odio cuando los perros maullan y los gatos comienzan a piar.
Porque odio cuando la botella se consume con la mirada.

¡Sentidos!
¡Silencio!

Notas suaves, como pétalos, deslizándose por abajo de la puerta.
Letras rojas, moradas y amarillas, todas y cada una escritas por un amante, vistas por un soñador.
El viento corriendo por los cabellos delgados y suculentos, a veces con agua que los llena, a veces secos de tanto exprimirlos para pensar.
Allá hay más ruido, suena la música complicada, libre y algo despeinada; de esa que puede reflejar el odio contenido por el mundo, lo malo y lo eterno; de la misma que expresa todo con gritos y truenos; la que entra por los sentidos y sale con el subliminal silencio.