El titulo... ¡Oh que titulo! Lo medité mucho... Pensaba en un titulo muchísimo más largo... pero... no. Aquí en el texto pondré el titulo real aunque tenga bastantes "comas" (,). n_______nSonrisas ,fingidas, torcidas y nerviosas, llenas de duda.Prólogo:En lo que a mí concierne, todas las amistades que he hecho a lo largo de mi vida, son nada más y nada menos que falsas. Sí. Incluyendo la de
Christinn...
Christinn fue la mejor amiga que pude tener en este mundo, pero, la adversidad de el universo me la quitó unos meses atrás...
I. El comienzo... ¿De qué?
-Vamos hija, se está haciendo tarde para tu primer día de cla...- dijo dulcemente mi madre.-¡Hay mamá! ¡Dejame por favor! ¡¿Acaso no tienes idea de la clase de infierno al cuál me mandas?!-Interrumpí, casi gritando.
-Christina... Vamos hija mía... Ya vámonos.
-No quiero mamá, simplemente no me puedes obligar.
-Si que puedo.
Armé un completo berrinche, pero mi incomprensiva madre me logró subir al auto. El tiempo de silencio en el carro fue parcial, pero, obviamente, hasta el último segundo fue total.
-Que tengas un buen día Christina- me dijo mi mamá justo antes de bajar del auto y dirigirme hasta la cruel inmundicia llamada colegio...
-Igualmente mamá- dije con un interés mínimo.Y así bajé del auto y me adentré a el primer cuarto que se localizaba en la entrada tapizado de papeles con letras negras y pequeñas.
Me dirigí hacia ellas y vi mi nombre completo en un peculiar salón... "Salón 77."
No me moleste si quiera a observar detenidamente mis compañeros de salón... "¿Para qué?" De todos modos tenía que llegar a un extremo nivel de conformismo para adaptarme a esta frívola sociedad... "¿Sí observaba mis compañeros... Podría cambiarlos? No." Entonces... "¿Para qué demonios me iba a molestar en ver los nombres de las personas que iban a compartir el salón conmigo?". Todo esto pensaba mientras me encontraba con antiguas amistades y las saludaba, haciéndoles la pregunta: "¿En qué salón te tocó?". Lamentablemente nadie de esas personas con las que me topé, antes de llegar a mi salón, respondió mi número. Lástima.
El trayecto se había acabado. Sólo vi frente a mí una inscripción arriba de una puerta: "77, Titular: Mtro. Ángel."
II. "7"... Un número benigno ó ¿simplemente demoníaco?
Al entrar al salón me percaté inmediatamente de la carencia de compañeros... Sólo estaba el maestro revisando la lista y una niña al fondo del salón...
Confieso apenadamente mi exhuberante misantropía, pero he de tener mis razones. Me acerqué a ella intentando conversar, alegróme mucho su amena reacción.
-Hola, soy Christina.- le dije en un tono desinteresado y fastidiado.
-¡Holaaaaaa yo me llamo Christinn! ¡Mira, qué divertido! ¡Tu eres mi traducción al español!-
-Oh mi Dios... ¡Me aturdes!- Le respondí algo enfadada.
-Oh, Lo siento mucho Christina, es que, me caes muy bien...
-No seas prejuiciosa... Aún no hemos establecido una buena conversación
-Pues empecemos- me dijo en un tono que no conocía.
Desde esa línea empezamos a hablar de cualquier cosa; nuestras familas, lo buenas que eran; el odio peculiar que teníamos a este maquiavélico lugar, el colegio y sus instalaciones; la exquisita misantropía que compartíamos... Me estremezco de pies a cabeza al recordar que eramos prácticamente iguales...
Mi mamá me notaba mucho más feliz de ir a ese asqueroso colegio, era feliz... Cada día una sonrisa se estrellaba en mi rostro mostrando un color tan bello que en mi vida conocí. Irradiaba felicidad. Feliz, feliz, feliz.
Llegamos a ser las mejores amigas de todo el universo. Los egoístas y los envidiosos nos observaban con amargura. Ella fue realmente la chispa de mi vida... pero un día todo cambió...
Fue un jueves ordinario, con las clases ordinarias pero un comentario del maestro hacia mi amiga fue extraordinario: "Christinn, tienes la necesidad de cambiar"
¡Qué todo el mundo maldiga su boca de profeta!
Al momento que las palabras fueron pronunciadas, Christinn se convirtió en una criatura totalmente diferente... Física y mentalmente.
Su persona no era la misma, la energía que había irradiado los últimos meses, los más felices de mi vida, se había esfumado así como así...
III. El intento de cambiar para recuperar.
¡Juro que intente hacer todo lo que me vino a la mente! Sé que no es necesaria mi histeria, pero, lo digo así para que me creas. Juro por el amor infinito de Dios que hice todo lo que tenía a la mano para poder recuperar a Christinn... Simplemente no pude...
-¿Chris?- Le pregunte en un tono casi perceptible.
-No me vuelvas a llamar así. Simplemente no soy ella.
-Y...¿Cómo quieres que te llame?
-¿¡Cómo saberlo!? Es más... te respondo con una pregunta... ¿Quién eres?- Me dijo.
-...Christina...
-Exactamente a esto quería llegar. Mira "Christina" ¿verdad? Eso en el aspecto literal. Y en el metafórico, profundo e importante...¿Quién eres?
Dios... No tenía la respuesta y empecé a balbucear mientras ella se fue con el maestro Ángel...
Empecé a reflexionar su pregunta y llegue a la conclusión que no soy nada. Solo existo... ¿Por qué? ¿Para qué? No lo se... Dios solo lo sabe... Y ¿quién es ese Dios al cual acudo tanto? Tampoco lo se... Pero ahí esta... Supongo que ha de ser una forma de explicar la existencia... Me conformo.
Intenté de todo para recuperar a Christinn... Recuerdo tan bien que llevé fotos, recuerdos, dulces, todo eso que nos hacía como eramos... Intenté también fingir bien su anterior aspecto... Sé que solo le di lástima, y es una pena porque intenté hacer lo mejor.
Terminé fastidiandome y me dije a mi misma: "Que el destino lo lleve a la deriva"
IV. El justo asesinato
Me apena confesarlo pero... debido a este estrado y a nuestra ley tengo que decirlo todo. La verdad yo fui la que la mate... Pero, tranquilos, no se precipiten. He de tener mis razones como una homicida. ¿Buenas? No lo se. Ustedes me van a juzgar ¿cierto? Entonces... empiecen a hacerlo señores.
Fue un domingo, en su iglesia puede ser pecado, puede que no. Ella iba caminando con el maestro Ángel cargando una bolsa de telas de colores diversos. ¿Qué hacia con ella? No tengo la remota idea pero ¿A mí qué?
Los seguí, los espié, no note nada extraño salvo las miradas que se dirigían entre sí. Bueno, el caso es que él la dejo en su casa, entre justamente después de ella y hasta imagine que me había salvado de todos los inconvenientes.
Mis supocisiones no eran erradas. Realmente me encontré en un estado de completa felicidad, como la de antes, al saber que ella no se dio cuenta de nada.
Me coloqué unos guantes transparentes, de látex, para hacer mi trabajo limpio y prolijo; mi arma era apenas un tubo de metal, afilado de un lado; llevaba el cabello sujetado y con una red, para no dejar algún rastro de mi presencia. Con mis pasos más silenciosos subí atrás de ella y yo cerré la puerta.
¿Debo hacer notar la brutalidad de mi actos tanto así para que pongan cara de disgusto? Si me lo piden he de hacer un libro, explicando el homicidio casi perfectamente salvaje.
El caso total, censuradamente, es su muerte ¿O me equivoco? No.
En la pared escribí: "Just Christinn"(Sólo Christinn), como se muestra en las fotos policíacas... Su sangre sirvió como pintura y su cómoda como mi lienzo. Perfecto ¿No?
V. La verdad tiene que salir ¿Siempre?
-¿Dónde está Christinn?-Ángel, descaradamente, se acercó a preguntarme.
-No tengo la mínima idea, profesor.- Le contesté...
Tres meses después de la confesión
VI. Epílogo
Bueno, heme aquí por mis actos, queridos espectadores. La cadena perpetua que me han sentenciado por mi pequeño crimen sólo me tendrá a la deriva...