55. Catando el endrino

Ay, me encanta poner palabras raras en el título.
Si alguien (coff... coff) ya buscó las palabras en Wikipedia, Google o lo que sea, dejenme decirles que las pondré aquí abajo, bueno, las del título xDD

Catando: acción de catar. (HAHAHAHAHAHA ok, no xDD)
Catar(xD): Degustar.

Endrino: Azul.
Ya aclaradas sus dudas (o no) del título de esta entrada, proseguiré a transcribirla.

Catando el Endrino


Fue un día cualquiera, aburrido, tedioso, poco agradable.

Nada, absolutamente nada fuera de lo común.

Ocioso, se podría llamar.
Interesante para otros, ya que los misterios ocultos de los jóvenes que sufrían este constante suplicio amargaban cada vez más las palabras etéreas que se desplazaban por su garganta...
Divertido, quizá para los que gozan de la soledad abrumadoramente satisfactoria.
Triste, para aquellos que se consideraban los seres más felices de la Tierra entera...

Pero para mí, que era mí día, era un día cualquiera.

Las discuciones con mis padres, con mi hermano... Los constantes abucheos y reproches de diario...
Lo tipiquísimo, lo usual...

Empezaré, si les place pues.

Despertando en la madrugada, con el despertador a la mano y un poco somnolenta me calzo en mis divertidas pantuflas en forma de pato.
Me alisto en 5 minutos, colocando mi uniforme previamente preparado para ese día.
Acudo rápidamente al baño para peinarme y checar que todo esté en orden.
Bajo vertiginosamente a desayunar lo primero que vi...
Subo a lavarme los dientes...

Espero a que mis padres se levanten para que nos lleven a mi molesto hermano y a mi al centro educativo...

Simplemente podría decirse que mi mejor amigo, el único que está ahí cuando lo necesito sea porque las clases son constantes repeticiones, parloteos mundanos o simplemente para reprimir el ruido exterior que siempre logra vencerme es mi reproductor de música.
Todo el día tengo que traerlo puesto.

Después de las largas horas con ejercicios que cada vez cuestionan más su utilidad en la vida, regreso a casa...

¡Oh, fiel reproductor!

Me evita amargas penas...

Simplemente no puedo escuchar aquel ruido... Aquel blasfemo ruido...
Aunque siempre tiene que adentrarse, siempre lo logra...

-¿Sigue hablando consigo misma?

-Me parece que si. Gesticula, su cerebro está en completo bienestar, sigue pensando, sigue queriendo darse a entender...

-No tiene a nadie que le reproche su desconección...

-Ciertamente, un lugar se va a desocupar...

...